Como tantas veces se comenta, y no por ello deja de ser importante tenerlo en cuenta, los neumáticos son el único elemento del vehículo en permanente contacto con el firme, los que transmiten la frenada, la dirección y la tracción al piso mediante el factor adherencia. Por este simple motivo, tener en cuenta los distintos factores que determinan la vida útil de un neumático ayudará a alargar la vida de estos y permitirá que sean seguros más tiempo.
En primer lugar hay que tener en cuenta el tipo de neumático, si es de verano o de invierno. Los neumáticos de verano son los comunes, para todas las temporadas en realidad. Los de invierno o llamados de contacto, están específicamente diseñados para trabajar sobre nieve y hielo. También existen los neumáticos todoterreno o Off Road.
En todos los casos, la utilización de un neumático en unas condiciones para las que no ha sido diseñado acortará drásticamente la vida útil de estos. En el caso de neumáticos de verano por pistas forestales, se harán rasguños, se romperá el dibujo, se rajaron los flancos, etc. Por su lado, un neumático de contacto en pleno verano se gastará en un santiamén.
Por otro lado, hay que fijarse siempre en la fecha de fabricación del neumático. Un neumático en apariencia puede estar en perfectas condiciones, pero la fecha de fabricación datar de 12 años atrás. Este neumático estará endurecido, la goma habrá perdido sus cualidades elásticas y por consecuencia, su adherencia al asfalto. Las carcasas estarán endurecidas, pudiéndose romper ante la falta de flexibilidad, entre otras posibles averías. Hay que tener en cuenta que hablamos de vida útil del neumático.
Un neumático que parece nuevo pero con 12 años encima, ha tenido vida, pero no útil. Por este motivo hay que prestar atención a este aspecto. Sobre las presiones de inflado de los neumáticos, hay que respetar siempre lo indicado por el fabricante del vehículo, según las condiciones indicadas por éste. Unos neumáticos sobre inflados se desgastan mucho más rápido por la zona central de la banda de rodadura, debido al abombamiento de la cubierta.
Al abombarse, se reduce la zona de contacto, por lo que esta menor zona debe asumir el extra de vehículo, por lo que trabaja el doble y se desgasta el doble de rápido. Igualmente, unos neumáticos inflados por debajo de la presión indicada harán que estos trabajen sobre el asfalto por sus partes interior y exterior, acrecentando el desgaste en dichas zonas debido a la menos superficie de contacto con el asfalto. En ambos casos, el comportamiento del vehículo se ve altamente alterado, por lo que la seguridad activa se resiente directamente.
Otro aspecto importante y normalmente olvidado es el alineado de la dirección y/o suspensión del vehículo. Todos los vehículos trabajan dentro de unos determinados márgenes de geometrías tanto de dirección como de suspensión y estas, sí se ven alteradas, provocan que el neumático trabaje de forma incorrecta en la «pisada» en el asfalto, provocando desgastes extremadamente acusados en determinadas zonas de la banda de rodadura, según la desviación de geometría que presente. Si el vehículo presenta un exceso de convergencia, la parte exterior de las ruedas delanteras y/o traseras presentarán un desgaste mucho más acusado que la parte interior de los neumáticos. Por contra, si el vehículo presenta una divergencia muy acusada, el desgaste vendrá por la parte interior de los neumáticos.
En cuanto a la conducción, también es importante remarcar que influye directamente en la vida útil de los neumáticos del vehículo. Si la conducción es suave, sin brusquedades, o por ejemplo se practica mayormente Autopista o vía rápida, la vida de los neumáticos se ve mucho más alargada debido al poco trabajo en apoyos laterales, dicho de otra manera, curvas. Si por contra se circula habitualmente por carreteras secundarias o comarcales, la vida de las cubiertas del vehículo se verá drásticamente afectada.
En circulación urbana hay que prestar atención a la hora de aparcar, especialmente en los bordillos de las ciudades, muchas veces con esquinas de arista viva, eternas enemigas de los flancos de los neumáticos. Subirse a los bordillos de forma brusca, o pellizcar éstos con los flancos de los neumáticos, puede suponer muy fácilmente la rotura de las carcasas interiores, sino directamente un pinchado por pellizco. En los casos que en el flanco del neumático aparece un bulto, o una hernia, es debido a que las carcasas interiores se han roto en algún punto debido a un pellizco y el aire hace presión directamente sobre la goma. El mínimo roce con otro bordillo o la sobrepresión, provocan el pinchazo.
En cuanto al almacenamiento de los neumáticos, en los casos que se usan juegos de verano e invierno, este debe realizarse en un lugar resguardado de la luz solar, a temperatura normal (ni frío ni calor) y ser guardados montados en las llantas, preferiblemente sobre inflados. Si se almacenan sin llanta es recomendable guardarlos en vertical, como si pisaran el asfalto y no apilados como «donuts», pues los flancos de esta manera se contraen y podrían afectar las carcasas laterales.
Por último, también hay que tener en cuenta el etiquetado común de los neumáticos, donde refleja el rendimiento en consumo, el comportamiento en lluvia y el ruido provocado por la banda de rodadura. Los dos primeros factores de miden de la A a la G de mejor a peor, y en ruido se mide en decibelios. Un neumático marcado como A en rendimiento de consumo, indica un compuesto más duro, lo que implica un desgaste inferior para una vida útil mayor.
Una vez repasados los factores más importantes de cara a alargar la vida útil de los neumáticos, o los más importantes de cara a la vida útil de los neumáticos, desde GF Neumáticos recomendamos acudir a nuestras instalaciones, donde se realizará una inspección visual y revisarán la correcta adherencia del vehículo y estados de cada neumático.